Ser físicamente activo es importante para todos. Se recomienda practicar al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana para mantenernos saludables. Este ejercicio no solo es bueno para nuestro corazón, huesos, músculos y articulaciones sino también para la salud cognitiva y mental.
¿Alguna vez has pensado qué se necesita para que el cuerpo se mueva? El movimiento involucra el cerebro, nervios, huesos, músculos, articulaciones, sus ligamentos y tendones asociados. Nuestro cerebro envía un mensaje a lo largo de los nervios motores que le indican a los músculos que se contraigan. Cuando un músculo se contrae, éste tira del hueso con la ayuda de los tendones y hace que se mueva. El movimiento ocurre de manera tan fluida que rara vez pensamos en ello, a menos, que nos cause incomodidad y molestias.
Nuestro cuerpo se forma de hasta 206 huesos que están unidos entre sí por más de 300 articulaciones. Las denominadas sinoviales son aquellas responsables del movimiento que nos permiten agacharnos, sentarnos, ponernos de pie, estirarnos, dar vueltas, girar… Por este motivo es importante que no nos dejemos llevar por acciones automáticas y hagamos un esfuerzo por recordar las pautas adecuadas para mantener una higiene postural adecuada.
Nuestra actividad cotidiana, se compone de cientos de movimientos repetitivos acordes con nuestra actividad profesional, hábitos personales posturales y práctica deportiva intensa o moderada, por ejemplo. La posición corporal adoptada para cada acción, las posturas mantenidas y forzadas, con demasiada frecuencia, pueden provocar dolor y molestias. A todos estos elementos debemos sumarle la edad y el propio deterioro musculoesquelético asociado al envejecimiento.
Esta repetición de movimiento y sobrecarga articular y muscular, principalmente repercute en el cuello y hombros, codos, muñecas… es lo que se conoce como lesión por esfuerzo repetitivo (LER).
Hay otros factores que pueden afectar nuestras articulaciones y músculos, como el sedentarismo, siendo éste una amenaza constante para la salud en general y motivo de incapacidad. El sedentarismo como causa o consecuencia, tiene una relación directa con el peso corporal. Los índices de sobrepeso y obesidad en la sociedad moderna son una alarma que afecta a nuestras estructuras articulares, principalmente rodillas y caderas, suponiendo además una sobrecarga lumbar.
Aproximadamente 15 kg o más, por encima de normopeso suponen una presión adicional de las articulaciones mencionadas, haciendo compresión sobre el cartílago de estas estructuras y afectando al colágeno y por lo tanto, a la movilidad de dicha articulación.
Nuestro movimiento es dependiente de un componente prioritario, el cartílago articular. Este tejido de apoyo, flexible y fuerte es capaz de soportar cargas pesadas de compresión. El cartílago articular depende del líquido y membrana sinovial para el suministro de nutrientes y la eliminación de productos de desecho. Es liso y más resbaladizo que el hielo, lo que permite a los huesos moverse libremente sin fricción. La actividad física moderada y ejercicio progresivo suave, ayudan a mantener la lubricación de las articulaciones y favorece el tono muscular, sostén de nuestro esqueleto.
Por ejemplo y para todas las edades, la gimnasia suave, natación y paseos con un buen calzado para caminar, ayudan a nutrir y activar las articulaciones para facilitar, sin molestias, el movimiento.
Además de los factores posturales, con la edad, la capacidad de regeneración del cartílago se ve afectada, disminuyendo la velocidad de reparación. Esta situación a medio-largo plazo puede desencadenar en osteoartritis ya que el deterioro del cartílago produce falta de lubricación y amortiguación produciendo dolor, rigidez y falta de funcionalidad.
¿Qué podemos hacer? Recomendaciones generales para cuidar nuestras articulaciones
- Mantenerse físicamente activo
- No fumar
- Reducir los alimentos ricos en purinas (como vísceras y mariscos, espárragos, puerros, coliflor...) y evitar la ingesta de azúcares industriales. Especialmente en situaciones como gota y otras patologías del aparato locomotor (consultar con su especialista en dietética)
- Evitar la ingesta de alcohol
- Mantener un peso corporal adecuado
- Seguir una dieta saludable y equilibrada adecuada a nuestra edad y condiciones individuales
- Buscar consejo profesional para la incorporación de complementos alimenticios que apoyen el mantenimiento de nuestras articulaciones
- Beber agua, no nos podemos olvidar
Normas y recomendaciones para nuestra higiene postural
- Evitar estar mucho tiempo en la misma posición. En el entorno laboral, no olvides repasar el protocolo de prevención de riesgos laborales destinado a tu actividad
- Evitar y reducir los movimientos repetitivos sobre una misma articulación, de manera persistente y sostenida en el tiempo
- Vigila tu postura al sentarte, una posición adecuada evitará el dolor de espalda y lumbar
- Atención al mobiliario: altura de la silla o sillón y respaldo en posición
- ¡Atención al cargar peso!
- Flexión de rodillas y espalda recta
- ¿Dónde y cómo duermo?
- La importancia de una buena elección de colchón y almohada que se adecúe a la anatomía individual. Elegir una postura cómoda, por ejemplo, ligeramente de costado
- Utilización de tecnología y actividades domésticas
- Recordaremos pautas anteriores relativas a coger peso, cómo agacharse, utilizar escalera para no forzar estiramientos ni cargas de peso inadecuadas
- Seguir procedimientos de visualización de pantallas
Como vemos, por diversos motivos podemos sentir molestias, dolor, inflamación, rigidez y falta de movilidad. Normalmente tenemos en el botiquín de casa alguna pomada, spray o gel para aliviar estos síntomas, o bien, acudimos a un profesional fisioterapeuta u osteópata para que nos ayude en la reparación y restauración de nuestro sistema musculoesquelético y restablecer la correcta movilidad, aliviando el malestar.
¿Te sientes identificado con alguna de estas situaciones?
- Enfermedad crónico degenerativa articular (como la artrosis)
- Envejecimiento: dolor y molestias en alguna articulación de forma ocasional
- Práctica de deporte intensivo
- Actividad física moderada habitual o esporádica
- Sedentarismo y sobrepeso
- Postural diario (laboral/profesional, doméstico y cotidiano -dormir, conducir-, tipo de calzado frecuente (por ejemplo, tacones)
- Lesiones en nuestro día a día (caídas y golpes)
Ya sabes, pon en marcha tu plan activo de higiene postural.
Además, si tienes alguna molestia y te ves reflejado en alguno de estos siete grupos, no lo dudes, consulta con un profesional de tu confianza o establecimiento habitual sobre qué complementos alimenticios son los más adecuados a tu individualidad. Los complementos alimenticios pueden también ayudarnos.
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Los complementos alimenticios no deben utilizarse como sustitutos de una dieta equilibrada y variada y un estilo de vida saludable.